Parto a la carta
En una época en la que decidimos cuándo y cómo hacemos todas las actividades de nuestra vida, es normal que a la hora de decidir cómo queremos dar a luz, nos ocurra lo mismo. Pero, ¿podemos decidir cuándo y cómo queremos dar a luz?
Desde luego la respuesta a la segunda pregunta es que sí. De entrada toda mujer debería poder elegir como quiere dar a luz. Es decir, debería poder elegir donde quiere tener a su bebé y de qué modo. Cuando hablábamos del plan de parto nos referíamos a este derecho. Otra cosa es lo que ocurra después. Sabemos que la vida a veces es caprichosa y no nos deja elegir con tanta libertad como nos gustaría. Pero de entrada toda mujer debería poder elegir si quiere parir en un hospital público o privado, si desea un parto medicalizado con anestesia o si prefiere un parto natural de baja intervención.
¿Podemos elegir cuándo damos a luz?
La respuesta a la otra pregunta es más compleja. ¿Podemos elegir el cuándo? La asistencia médica obliga en ocasiones a finalizar el parto antes de que éste se produzca de forma espontánea. Lo explicamos cuando hablábamos de la inducción del parto. Pero, ¿es correcto finalizar el parto cuando a nosotros nos va bien sin esperar a que ocurra de forma natural y sin motivo médico que así lo recomiende? La respuesta a esta pregunta es muy compleja. A veces no ocurre nada pero por motivos sociales o familiares el parto se debe producir cierto día en concreto. Por ejemplo, imaginad una pareja que viva separada por motivos de trabajo y que el padre sólo pueda viajar al parto en unas fechas determinadas. Si el bebé ya está a término y todas las partes entienden lo que puede suponer, se podría hacer una inducción para que puedan estar los padres juntos en el momento del parto. Pero, ¿es correcto elegir el día del parto porque ese día me gusta o porque no quiero esperar o me da miedo ponerme de parto?
Desde luego son situaciones muy extremas y los que abogan por una asistencia al parto poco intervencionista y respetuosa dirán que ni hablar, que lo correcto es esperar y que no deberíamos “intervenir” en la voluntad de la naturaleza. Pero si las dos partes, médico y futuros padres son conscientes de lo que están haciendo y realmente el recién nacido ha llegado a término, es realmente tan malo…?
Desde luego, lo correcto es que el recién nacido, si no hay inconveniente, nazca cuando tiene previsto, ni antes ni después. Las probabilidades de complicaciones si nos adelantamos son mayores y aunque es un riesgo bajo, es un riesgo mayor que asumiremos.
Desde Dona i Nen os animamos a dar vuestra opinión al respecto y a que os planteéis qué expectativas tenéis en relación a vuestro parto.
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